Somos ciegos aún frente al poder de la moda y su innegable expresión sociocultural. Trasciende y comunica, relaciona y reprime. Saltó de ser un emblema y una manifestación de estilo a ser una de las industrias más intensas, vigorosas y cambiantes. Es un prodigio social que genera incomodidad aspiracional y deseada pertenencia, pronunciandose hasta en las arenas políticas.
La moda articula costumbres, pensamientos, gustos, entornos, e ideologías, en algunos casos, contraculturales y subculturales, movimientos de protesta y tribus urbanas. Es así como, en un periodo de tiempo específico y a través de objetos, va fundando identidades sociales, construyendo aceptación, creando y modificando comportamientos de consumo.
La moda es materia sociológica, desde el análisis de la conducta del ser humano en relación a los demás, pasando por su interacción y comportamiento dentro de la masa hasta las consecuencias sociales, políticas y económicas que conlleva.
La sociología de la moda se interesa en la conducta humana frente a este fenómeno. En cómo influye en la toma de decisiones como individuos atrapados en el aparataje social. Una evidencia de quiénes somos frente a pensamientos, preferencias estéticas y sentimientos de pertenencia; como individuos y colectividad.
Gilles Lipovetsky, sociólogo francés, indica que no sólo se debe entender a la moda como un lujo estético, sino como un elemento que gobierna la producción, la cultura y los cambios sociales. No solo es una configuradora de singularidad, es también un instrumento de consolidación. Una vértebra de la sociedad en consumo.
A través de la teoría sociológica, se realiza el análisis de la cultura Valdivia en cuanto a pilares en los cuales coinciden varios sociólogos, con énfasis a la teoría de pertenencia del sociólogo alemán George Simmel la cual se puntualiza en el libro “El imperio de la moda de Inmaculada de la Puente-Herrera” y expresa lo siguiente:
“La moda es una manifestación constante en la historia del género humano. Es la evidencia de la pugna entre el cambio y la permanencia, lo individual o único y lo colectivo. La moda, en sentido estricto, se explica como un fenómeno de clases, hundiendo sus raíces en la propia naturaleza humana.”
Un fenómeno impulsado por esa naturaleza humana y que es inevitable en todos los individuos es la imitación. ¿A quién imitaban las Valdivias? Seguramente a los elementos con los que lidiaban en su cotidianidad, los que tenían más cercanos y les eran útiles. A los que representaban deidades, dioses naturales y por supuesto, a su propia esencia; su divinidad, feminidad, sexualidad y fertilidad.
Diosas por el hecho de engendrar. A mi percepción, esta divinidad trascendía, no solo por su fertilidad, sino por su mística existencia. La que se engrandecía en una imitación de sí mismas plasmada en la magia de la cerámica, en las estatuillas y los adornos que resaltan sus sensuales y legítimas formas. Con aquello confirman que el individuo está diseñado para actuar como espejo, bajo el deseo de pertenecer al lugar, grupo o espacio de interacción en donde se desenvuelve, se distingue o se define. Donde exhibe su estrato y asimilación social desde un modo simbólico.
Las valdivias expresaban su pertenencia y jerarquía mediante símbolos y vestigios de una organización matriarcal, con amplios conocimientos astrológicos, agrícolas, de pesca y manejo de textiles y cerámica. La jerarquía social y religiosa estaba basada en la supremacía del género femenino y se expresaba en elaborados tocados capilares. Mientras más altos y sofisticados eran los peinados, expresaban mayor poder y estrato social.
Las mujeres valdivias marcaron su dominio y su rango sin perderlo a través de los años. Así es como en las estatuillas se evidencian cabezas de mujeres ancianas que conservaban sus peinados. Además, se aprecia en sus representaciones que se adornaban con collares, aretes, y orqueras colgantes con símbolos de deidades, elaborados en su mayoría con la sagrada concha spondylus. Reflejaban con ella exclusividad y estratificación usando insumos considerados de otro mundo, se ha encontrado figuras de hombres valdivias imitando los peinados femeninos.
Estos hechos ejemplifican la teoría de la moda de Pierre Bourdieu, que en su libro “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto”, plantea que la moda responde a una estrategia de dominación, explicada a partir de la lucha simbólica del ser humano por conseguir o mantener un estatus y emular a quien busca superar.
En la cultura Valdivia se mantenían costumbres relacionadas con el paso al más allá. Se posicionaba al difunto en un plano superior en el que le estaba permitido relacionarse con los dioses, alcanzar otra jerarquía... Estas aseguraban que el ser trascienda al otro lado, al de la divinidad. ¿No nos identificamos acaso ahora con algunas prendas de esta forma? Muchos objetos y prendas nos hacen sentir irreales. ¿Acaso no queremos constantemente trascender?
El ser humano busca exponer estatus y prestigio por lo que el uso de determinados atuendos -acatando dictados de la costumbre y de la moda- le es útil para la socialización. Según Thorstein Veblen, sociólogo estadounidense, los conceptos de belleza no se suscriben a objetos determinados, sino a lo que se considera genérico. El ser humano considera agradable lo que está de moda. Es así como la belleza tiene una connotación social.
La moda y la estética han sido formas de expresar el poder y la capacidad económica, lo vemos claramente en las ornamentas utilizadas por las mujeres valdivias. La moda es multifacética y permite al ser humano mostrarse como quiere ser identificado. De esta manera, las valdivias lo expresan en sus collares y en las místicas máscaras que utilizaban en eventos públicos, en fiestas e incluso en momentos políticos.
Hoy contamos con herramientas fuertes de comunicación y publicidad con las que se socializa los iconos a imitar. La Cultura Valdivia se encargó de transmitir y posicionar a sus mujeres, mediante sus figuras de estilo, incluso miles de años después. Lo hizo mediante el estupendo manejo de la cerámica y haciendo un uso poderoso de la imagen.
Esta manifestación cultural muestra lo arraigada que está la moda en comportamientos básicos del individuo, gran parte de la vida de los seres humanos ha girado en torno a la apariencia, con el temor de no llegar a pertenecer. El ser humano expresa con su atuendo no sólo lo que es, sino lo que quiere ser. Las valdivias eran mujeres que dominaban el arte de la sociabilización y el manejo de recursos, sabían cómo trascender... ¡Fueron y serán diosas!
Isabel Cristina Puente
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